lunes, 30 de abril de 2012

Adiós a Rodin



Los habitantes del antiguo Egipto hacían duelo por la muerte de un gato y se afeitaban las cejas. ¿Y por qué no iba a ser la muerte de un gato tan dolorosa y sentida como otra muerte cualquiera? Las muertes pequeñas son las más tristes, tristes como la muerte de los monos (William S. Burroughs, Gato encerrado).

[En memoria del gatito de mi hermana, al que ella ha encontrado muerto esta misma mañana, justo después de celebrar anoche su cumpleaños. Ahora vuelve a estar sola. No le ha durado mucho la compañía; menos de un año].

domingo, 29 de abril de 2012

Happy Birthday



Hoy es el cumpleaños de mi hermana. Sé que pasará el día sola. Con eso me refiero a que ni mi hermano ni yo estamos hoy en la ciudad, con eso me refiero al núcleo familiar, al que forman padres e hijos. No sé si ya he colgado por aquí esta imagen, pero no importa: recoge el momento en que mi hermana (a la izquierda) y mi madre (a la derecha), junto a unas amigas, esperaban a que empezase el directo de Bruce Springsteen. Tal vez el recuerdo de esta foto proporcione un poco de calor a su cumpleaños.

lunes, 16 de abril de 2012

Carmen



Foto hecha a la puerta del cine. A la izquierda, mi madre junto a mí y a mi hermano. A su lado, de pie, Joaquina, una de las mujeres que trabajaban allí. Sentada está Carmen. Carmen fue, durante años, la taquillera del cine. En Semana Santa estuve unos días en Zamora; en el Mesón Balborraz, acodado en la barra, me enteré por la dueña de la muerte reciente de Carmen, a la que todos apreciábamos mucho y a la que hacía años que yo no veía. Sirva esta imagen de homenaje a ambas: a mi madre y a Carmen (las dos se llevaban muy bien).

viernes, 13 de abril de 2012

El móvil



En casi todos los rincones con los que topo habitualmente (la pantalla de mi móvil, el mueble en el que tenemos el teléfono fijo, el blog que enlaza con este otro blog, etcétera) suelo tener esta foto de mi madre. No sé si he dicho ya las razones que me mueven a estar obsesionado con esta imagen. Pero tampoco pasa nada por repetirlo, si es que ya lo he dejado escrito. Bien, lo cuento. Desde que me mudé a Madrid, por lo general viajábamos una vez al mes a Zamora (a veces más, a veces menos, dependiendo de tareas, obligaciones, festejos y vacaciones), y por tanto yo me comunicaba a menudo con mi madre por teléfono. Por el móvil. De modo que la imagen que perdura en mi mente, después de los años, toda vez que la evoco, es ésta: sujetando su teléfono, pegado a la oreja, sonriendo un poco mientras hablamos (sonriendo incluso aunque las cosas vayan mal). Estos días estaré fuera, de viaje, y esta imagen no será una excepción: pensaré en ella al teléfono, preocupada por su hijo, que aún no ha llamado todavía, pero que acabará haciéndolo.