No olvido que David era uno de los poetas favoritos de mi madre (en la foto, delante del domicilio de sus padres, concretamente a la puerta de la carpintería de mi abuelo). Yo le compraba en Madrid cada libro nuevo de D. G. que salía a la venta. Algunos, incluso, conseguí llevárselos dedicados. Como en este rincón no podemos olvidar que ella leía a menudo a David, y que hoy me he intercambiado unos mensajes con él, aquí os dejo uno de sus poemas:
EL REY DE LAS LÁGRIMAS
en la cama,
con las manos cruzadas por detrás de la cabeza,
con la ventana abierta,
con las manos cruzadas por detrás de la cabeza,
con la ventana abierta,
sé
que mis amigos me vendieron
como carne en la carnicería,
como carne en la carnicería,
que mis amigas tenían muy buena cara
pero muchas puñaladas;
pero muchas puñaladas;
y sé
que ese coche
que está aparcando
no lo conduzco yo,
que está aparcando
no lo conduzco yo,
que ese perro
que ladra
no es mi perro,
que ladra
no es mi perro,
que ese niño
que grita
no es mi hijo,
que grita
no es mi hijo,
que esa mujer
que se ríe
no es la mía,
que se ríe
no es la mía,
que esa puerta
que se abre
no es la de mi portal,
que se abre
no es la de mi portal,
que esa persiana
que se baja
no es la de mi dormitorio;
que se baja
no es la de mi dormitorio;
y sé también
que pronto oscurecerá
y que yo, una vez más, un día más, no tendré
ni fuerzas
ni ánimos
y que yo, una vez más, un día más, no tendré
ni fuerzas
ni ánimos
para levantarme
y encender
la luz.
David González, El amor ya no es contemporáneo + El amor sigue sin ser contemporáneo (Ed. Baile del Sol)
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