Blog en memoria de Ana María Franco Guzmán (Zamora, 1954 - 2010), pintora, maestra y madre de Mónica, Sergio y José Angel Barrueco
domingo, 28 de octubre de 2012
martes, 23 de octubre de 2012
Misterio
La fotografía de arriba fue tomada en Salamanca, durante el rodaje de 1492,
la película de Ridley Scott sobre Cristobal Colón, a quien interpretó Gerard
Depardieu.
Es una de las fotos que me han prestado para escanearlas y ampliar mis
archivos y seguir enriqueciendo este blog. El fin de semana pasado ocurrieron
dos cosas insólitas: 1) mi hijo y mi padre se conocieron (aunque yo no estuve
presente), un paso que llevaba año y pico meditando y que me alegro de haber
dado; y 2) una bolsa cargada de fotografías guardadas por mi padre llegó a mis
manos. Y creo que hay un antes y un después de ese día, 20 de octubre. El primer
aspecto es evidente. Pero quiero hablar del segundo: porque ver estas fotos ha
supuesto para mí un punto de inflexión en la memoria. Me explico: casi todas
las fotos que tengo en el disco duro, muchas de las cuales he ido subiendo
aquí, muestran la parte más seria de mi madre, en especial los últimos años,
años de apuros económicos, años de incertidumbre total y de ir de aquí para
allá, cambiando a menudo de piso, afrontando momentos muy duros, hasta llegar a
la enfermedad y sus declives. En cambio, todo este archivo que guardaba mi
padre me muestra la mejor faceta de mi madre: años más jóvenes, cuando sonreía
más a menudo, “postales” en las que sale a menudo haciendo payasadas o
tonterías (ahora me doy cuenta de quién lo heredé)… en suma, haciendo un poco
el gamberro. No es que yo hubiera olvidado todo aquello, los años de bonanza,
por así decirlo, pero la memoria es selectiva y se estaba centrando con
insistencia en la última década. Y no es conveniente. Este archivo de imágenes,
de las que haré una selección para irlas poniendo por aquí, abre el retrato
sobre mi madre. Lo amplía. Me cercioro, con esa vida feliz (o feliz a ratos)
atrapada en las fotos, de que mi madre fue un misterio. Por eso he elegido la
estampa de arriba, donde sólo muestra los ojos durante el rodaje de una
película, en Salamanca. Espero que veáis a menudo, por aquí, su sonrisa.
viernes, 19 de octubre de 2012
sábado, 13 de octubre de 2012
Riada de 1959
En Facebook hay un grupo llamado Barrio de Olivares Zamora. Han colgado en su muro esta fotografía que nunca había visto y que a mi madre le hubiera encantado, pues retrata un atisbo de la riada del 59, cuando ella tendría unos cinco años. La cuelgo aquí porque se ve la fachada de la Carpintería de mi abuelo, su padre. Y, al fondo, dos de las ventanas de la casa de mis abuelos, en la casa de ladrillo. La cojo con permiso del grupo de Fb.
lunes, 8 de octubre de 2012
Un poco de kung-fu
Como ya dije en Facebook, para que esto no parezca siempre un blog demasiado serio, os traigo una pequeña joya: los finales toscos y bruscos de un montón de películas de artes marciales de antaño. Las he visto casi todas. A mi madre también le encantaba verlas; nos hicieron reír tanto como las comedias de los Hermanos Marx. Primero nos las tragamos en el cine; más adelante, en vídeo; después, cuando pasaban alguna por televisión. Siempre la llamábamos a ella para que viera tal o cual pelea. Bendigo a quien haya preparado este montaje, que nos permite echar unas carcajadas y nos demuestra algo que yo siempre había sospechado: que los chinos montaban las películas de kung-fú con hacha.
sábado, 6 de octubre de 2012
Yo no fui. No quise ir
Anoche Leonard Cohen ofreció al público casi cuatro horas de concierto. Yo no fui. No quise ir. Hace unas semanas, cuando vimos el cartel que anunciaba su visita a Madrid, mi mujer me preguntó si quería comprar una entrada e ir a verlo, aunque fuese solo. Le respondí que no. Y la soledad no era la excusa. El caso es que, cuando acudimos hace años al concierto de Leonard Cohen en Madrid, nos juntamos ella, mi hermana, mi madre y yo. Fue lo último que hice junto a mi madre antes de que le diagnosticaran el cáncer, un par de semanas después. Por eso conservo ese directo como un tesoro en la memoria. Por eso no creo que vuelva a asistir a un concierto de Leonard Cohen. De ahí mi renuncia. Ese recuerdo es difícil de superar; y es un recuerdo feliz. Abajo, una imagen del evento de este viernes; extraída del diario El Mundo:
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