La fotografía de arriba fue tomada en Salamanca, durante el rodaje de 1492,
la película de Ridley Scott sobre Cristobal Colón, a quien interpretó Gerard
Depardieu.
Es una de las fotos que me han prestado para escanearlas y ampliar mis
archivos y seguir enriqueciendo este blog. El fin de semana pasado ocurrieron
dos cosas insólitas: 1) mi hijo y mi padre se conocieron (aunque yo no estuve
presente), un paso que llevaba año y pico meditando y que me alegro de haber
dado; y 2) una bolsa cargada de fotografías guardadas por mi padre llegó a mis
manos. Y creo que hay un antes y un después de ese día, 20 de octubre. El primer
aspecto es evidente. Pero quiero hablar del segundo: porque ver estas fotos ha
supuesto para mí un punto de inflexión en la memoria. Me explico: casi todas
las fotos que tengo en el disco duro, muchas de las cuales he ido subiendo
aquí, muestran la parte más seria de mi madre, en especial los últimos años,
años de apuros económicos, años de incertidumbre total y de ir de aquí para
allá, cambiando a menudo de piso, afrontando momentos muy duros, hasta llegar a
la enfermedad y sus declives. En cambio, todo este archivo que guardaba mi
padre me muestra la mejor faceta de mi madre: años más jóvenes, cuando sonreía
más a menudo, “postales” en las que sale a menudo haciendo payasadas o
tonterías (ahora me doy cuenta de quién lo heredé)… en suma, haciendo un poco
el gamberro. No es que yo hubiera olvidado todo aquello, los años de bonanza,
por así decirlo, pero la memoria es selectiva y se estaba centrando con
insistencia en la última década. Y no es conveniente. Este archivo de imágenes,
de las que haré una selección para irlas poniendo por aquí, abre el retrato
sobre mi madre. Lo amplía. Me cercioro, con esa vida feliz (o feliz a ratos)
atrapada en las fotos, de que mi madre fue un misterio. Por eso he elegido la
estampa de arriba, donde sólo muestra los ojos durante el rodaje de una
película, en Salamanca. Espero que veáis a menudo, por aquí, su sonrisa.
!Cómo me acuerdo de tu madre, de aquella época feliz en que ambas éramos muy jóvenes!
ResponderEliminarY, sí, tu madre sonreía.
Un abrazo enorme
Pilar Pino
Muchas gracias, Pilar. Otro abrazo para ti.
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