Hoy traigo esta foto en la que se distinguen dos de los rasgos más característicos de mi madre: su cara de ensimismada, como si estuviera pensando en otros mundos, metida en un territorio vedado a los demás y tal vez lleno de secretos (pero sólo estoy fabulando); y su cigarrillo en la mano (incluso en sus últimos días no quiso abandonar el tabaco). En la imagen está junto a dos antiguos amigos de mis padres, supongo que data de finales de los 80 o principios de los 90.
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