sábado, 26 de julio de 2014

60






Si mi madre viviera, hoy (26 de julio) cumpliría 60 años. Una cifra redonda. A todos nos gustan las cifras redondas. Parece que son el principio de algo, o el fin de algo. He estado casi dos meses sin actualizar el blog porque este espacio tiene fondo de sacristía, pero también de sala de torturas. Cada vez que recordamos a alguien ausente, al mismo tiempo nos hacemos daño. Por eso he preferido espaciar los post de este blog, poner sólo algunas cosas de vez en cuando. Porque, además, soy un tipo que ahora ríe mucho; que ríe gracias a su hijo, que es el mejor de los regalos, y quiero seguir así, al fin y al cabo la vida es corta. Tengo presente a mi madre cada día; sin embargo, actualizar este blog a diario me hiere. En fin, hoy la felicito desde aquí y dejo algunas imágenes que tenía guardadas en el móvil. Yo aparezco en dos de ellas (pura casualidad). 

viernes, 30 de mayo de 2014

El amor en los sanatorios




el pozo



esa vez en la que
mi madre me alumbró
con estas palabras:

ya ves, hijo,
los pobres
nunca salimos
del pozo.

viernes, 9 de mayo de 2014

Zamora: las nieves del invierno pasado







Meses atrás me enviaron al móvil estas fotografías de la nevada que cayó en Zamora. Algo insólito, ya que no es frecuente que cuaje allí la nieve. Creo que casi todas me las mandó mi hermana. Las cuelgo aquí ahora (aunque fuera de temporada) porque acabo de pasar las imágenes del teléfono al ordenador. Y porque a mi madre le hubiera gustado ver así la ciudad, otra vez. En la 5ª foto, por cierto, se divisa La Marina, el edificio donde vivíamos antaño (y donde sigue viviendo mi padre).

miércoles, 2 de abril de 2014

Donde la energía prosigue su curso


Hace mucho tiempo que no cuelgo nada por aquí (unos dos meses), pero vayamos despacio y por partes:

>>El cuadro que figura arriba es de mi madre. Puede verse en la exposición "Bicentenario de la Diputación de Zamora, 200 años de arte", si mis datos son correctos. No sé mucho más al respecto. La última vez que estuve en Zamora ni siquiera tuve oportunidad de ir a la Diputación. Ignoro hasta qué fecha estará abierta. Esas tres manchas blancas no son de la pintura, obviamente, sino de la fotografía: ya estaba rota cuando me la dejaron.

>>He tardado un par de meses en volver a poner aquí un post por varios motivos. Uno de ellos es que continúo trabajando en los dos libros que giran alrededor de mi madre y de su enfermedad (y no hay tiempo para todo: son demasiadas tareas, las que me impongo a diario). Algún día de éstos los publicaré; todo consiste en tener paciencia y hacer las cosas despacio. El segundo motivo es que recordar a alguien que ha muerto es agotador, incluso aunque hayan pasado ya unos años. Recordar cansa. Es agradable ejercitar la memoria y ver viejas fotos de los seres queridos que desaparecieron, pero es un arma de doble filo porque, mientras te recreas en los recuerdos agradables, también te hieres. Te haces daño. Y yo tal vez necesitaba un respiro: no de saborear los recuerdos (algo que hago a diario), sino de poner imágenes y versos por aquí y contar anécdotas.

>>La noticia de esa expo no es la única excusa para actualizar este blog. Algo sucedió hace unos días: murió la editora de El Gaviero Ediciones y madre de Luna Miguel. También perdió la batalla contra el cáncer y también se llamaba Ana (Ana Santos Payán, más conocida como Ana Gaviera: en la fotografía de abajo). No la conocí en persona: sólo nos seguíamos en las redes, alguna vez comentamos algo mutuamente. Nada más. Pero se puede lamentar la desaparición de quien no conoces en persona y a la vez admiras. Y yo admiraba a esta mujer: su labor en el territorio de la poesía independiente fue digna de elogio y de premio. Meses atrás compré Vomit, la antología que El Gaviero publicó el año pasado, y la edición es exquisita. Lo he sentido mucho por ella y también por su familia. Y además, joder, que tenía mi edad: Ana Santos nació en el 72. Miro sus fotos y sé que es la clase de madre que se habría llevado bien con mi madre. Me atrevo a decir que en ambas había (hay) ese toque de rebeldía y de fuerza y de constancia que ilumina los ojos de algunas mujeres. Su fallecimiento ha despertado otra vez, en mí, el recuerdo de aquellos días de invierno en que expiró mi madre. No creo en el cielo. Pero creo que quizá existe un más allá donde la energía prosigue su curso, donde a cada uno nos será posible recuperar a quienes perdimos. Ahora mismo fantaseo con que Ana y Ana se encuentran por casualidad en ese limbo y charlan. Y fuman. Y sonríen.  



viernes, 24 de enero de 2014

Antonio Lobo Antunes: "Todos eran príncipes"


ENTREVISTA A ANTONIO LOBO ANTUNES, de la que me interesan estas dos respuestas:

P. Y usted, ¿salió distinto del hospital?

R. Seguí siendo el mismo. Pero hay cosas que de repente me empezaron a gustar muchísimo. El sol, por ejemplo, un día de sol, un día bonito, el hecho mismo de estar aquí, hablando los dos. Estar vivo es un privilegio, un azar y un privilegio. Aunque, ¿Sabe lo que más me impresionó del hospital?

P. ¿Qué?

R. La inmensa dignidad de la gente, de los enfermos de la planta de oncología. Todos eran príncipes. Era un hospital del Estado, así que había gente pobre, portándose con una dignidad de aristócratas, con coraje, nunca les oí una queja, a nadie oí rogar, o pedir “sálvame”. La gente aguantaba callada, sonriendo, saludándote, deseándote que mejoraras, muchos de ellos con metástasis por todas partes. Sabías que se iban a morir, y se morían sin quejarse, sin miedo.

Entrevista completa en El País.

NOTA: iba a poner una foto del último año de vida de mi madre, tras salir del hospital; pero no me ha parecido oportuno (entre la pena y la risa, escojo la risa). En consonancia con lo que dice Antunes (que le gusta un día de sol), he preferido elegir esta foto de mi madre en un día de verano, un día de sol, en la piscina.

lunes, 6 de enero de 2014

Tarde de Reyes Magos


Hoy era un día importante para mi madre. No sabía qué poner en este post, así que he elegido algunas imágenes atípicas: en dos fotos está posando dentro y fuera del Pub Pasarela. En otra está haciendo el tonto (la vena "payasa" de mi madre era divertidísima) y en otra la vemos recién despertada. En cualquier caso, creo que todas proporcionan cierta sensación de felicidad. Y es, supongo, lo que hoy quiero transmitir aquí.