la llamada perdida
estoy
sentado en un banco
de
la estación de ferrocarril
de
mi ciudad de origen
llueve
mansamente
hace
tan sólo tres días
que
te dimos sepultura
herido
y solitario, pienso en ti
llevo
hielo en los huesos
y noto
el corazón mustio y con grietas
éste
será el primer viaje en el que,
al
llegar a mi destino,
ya
no podré enviarte ese aviso
que
tú exigías y que te consolaba
al
final de mis trayectos
no
habrá mensajes
ni
llamadas perdidas
ni
tu voz tierna al otro lado
solamente
un vacío
noches
interminables
y
nubes de plomo
desamparo
y espanto
y
tu silencio,
que
me deja huérfano.
José Angel Barrueco, Inédito
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